lunes, 13 de septiembre de 2010

Comezo do curso


Onte, domingo día 12 de setembro, lin un artigo de César Casal en La Voz de Galicia que me chamou a atención e me fixo reflexionar sobre os adolescentes-estudantes que están estes días comezando o curso. Creo que os que somos profesores e os pais debemos pensar sobre a educación que reciben, sobre todo na casa. Dende logo a min paréceme que está moi acertado, César Casal. Hoxe os adolescentes son uns privilexiados aos que se lles dá todo o que queren, uns señoritos que non fan nada en casa e aos que para eles estudar non é unha necesidade, senón unha especie de castigo que van levando malamente. Isto débese a que non teñen que esforzarse para lograr nada. Todo o teñen, non teñen necesidades. O esforzo para eles non existe. Para que? Total conseguen todo sen esforzo, nin sufrimento. Total non se teñen que privarse de nada. Cara a onde imos? Estes son os fillos que queremos ter? Estes son os mozos que queremos formar para o futuro?
Podería escribir moito sobre isto, pero prefiro que pais e profesores lean o artigo, reflexionen e quiten as súas propias conclusións.


Pobres profes

No me gustaría nada ser profesor y recibir dentro de unos días a la pandilla de adolescentes malcriados que les enviamos desde las casas, para no tenerlos más delante. Chicos y chicas a los que los padres jamás les decimos que no. Hedonistas informáticos que tienen como dioses unos cascos con los que solo oyen ruido. Cascos que, además, les sirven para no tener que escuchar nada de los que les dicen en su casa. Adolescentes sin normas, que solo buscan recibir y jamás se plantean dar. Como en todo, hay excepciones, pero la montaña de frases que llevo escuchadas a madres desesperadas no aportan mucho optimismo. Madres que dicen que su hijo no recoge nada, que no limpia nada, que no ayuda nada y que, en ocasiones, mira con unos ojos que recuerdan al chaval de la catana. Madres, por cierto, que lograron que sus hijos fuesen así porque cuando eran más pequeños ellas mismas le decían: «Ay, pobrecito, cómo va a fregar los cacharros. Ay, pero si es un niño. Cómo va a hacer las camas». Hijos que solo son puntuales para recibir la paga. ¿Paga por qué? ¿Por ser hijo? Una paga que, por supuesto, les parece cutre. Chavales, en general, reñidos con el sudor y con el esfuerzo. Chavales con un nivel de tolerancia a la frustración bajo cero, acostumbrados a tener todo y ya. Chavales tan difíciles de motivar como un semáforo. Este ejército de descontrolados llega rabioso a las aulas. Lo dicho, pobres profes.

César Casal, La Voz de Galicia. 12/09/2010